martes, 11 de octubre de 2011

¡NO MIRES ATRÁS!

El rostro de Perséfone reflejaba una profunda admiración. Aquellos que escuchaban el sonido de la lira de Orfeo parecían entrar en trance. Una multitud de ojos bañados en lágrimas y quebrados de dolor, me miraban desafiantes. Me instaban a la compasión ¡Qué incongruencia!
Mi única debilidad era ella, mi mujer. Supe desde que comenzó aquel sentimental concierto que me pediría la libertad de Eurídice. Excepto yo, nadie veía la cobardía de Orfeo. Una vez concluida la pieza musical miré a mi reina y decidí complacerla.
Salir del inframundo no era una fácil tarea. Decenas de criaturas y demonios del tártaro salían al paso de los enamorados, pero Orfeo, cumpliendo con el único requisito impuesto, no volvía la vista atrás. Con la certeza de que su amada le seguía, tocaba su instrumento apaciguando a las bestias infernales.
Andaba por el último corredor, con pasos cortos pero seguros, atravesaba la galería de acceso al mundo a de los vivos. Podía ver un punto brillante, la luz al final de túnel, pero tal y como había vaticinado desde un principio, su ánimo comenzó a quebrarse. Las dudas le poseyeron. La idea de haber sido víctima de una trampa fue creciendo y las ganas de darse la vuelta eran irresistibles.
Había llegado casi al final del trayecto, la luz cada vez mayor, mostraba la  vida al otro lado. Pocos metros le separaban de los árboles que flanqueaban la entrada, incluso escuchaba con nitidez el cantar de los pájaros. El infierno había quedado atrás. Eurídice ya no estaba muerta… ¿Sería verdad? Se preguntaba el imprudente, dudando de mi palabra.  Aterrado giró su cabeza en busca de su amada, y la sentenció. Eurídice ante la mirada incrédula de Orfeo se evaporó. Nada podía salvarla ya.
La mitología griega describe que el tracio Orfeo tocaba la lira de una forma tan sublime, que todo cuanto existía se detenía a escucharlo, hombres, dioses, y animales. Una de las acepciones cuenta que una serpiente mordió a Eurídice en la orilla del rio Estrimón y la joven falleció. Su esposo, Orfeo, sumido en una profunda depresión decidió bajar al infierno para recuperarla.
Su lira era su única arma, con su sonido logró dormir a Cerbero y amansó al resto de las fieras del Averno. Hades permitió que Eurídice resucitara con una condición: Caminaría hacia el mundo de los vivos detrás de Orfeo y si éste, antes de concluir el camino, volvía la cabeza hacia atrás para mirarla, ella moriría.
En el último momento Orfeo, como cualquier mortal al que se le prohíbe algo, sucumbió a la tentación. Las dudas de su marido hicieron que Eurídice ya no saliera jamás del infierno.
Trágica comedia es la vida, pues aún intentando avanzar y pese a contar con la promesa de un futuro mejor, uno nunca puede evitar volver al pasado. Mirar atrás.
No creemos que el destino nos sea favorable ya que, mil veces se nos ha engañado pero, paradójicamente, son esas dudas las que nos impiden la victoria. De una forma consciente o inconsciente ¿Cuántas veces tiramos la toalla antes de comenzar cualquier proyecto? El miedo al fracaso es el mejor freno.
¿Puede el ser humano mirar sólo hacia adelante?
Cuando Platón reflexionaba sobre este mito repudiaba a Orfeo por cobarde. El hombre griego de la época aceptaba su destino con valor y coraje, no buscaba una solución para restablecer el pasado. No gastaba fuerzas en una tarea imposible.
¿Será ese el secreto del éxito?


7 comentarios:

  1. ... siempre pa´lante...
    si ya lo dijeron los griegos...

    qué bueno Raquel! me encanta como y lo que escribes!
    máááááásssssss

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  2. veo a un Woody Allen en el papel de Orfeo tratando de salir del inframundo con su neura a tope....y me siento identificada jejejeejee

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  3. Gracias Lore!!!No sabes el ánimo que me das!!!

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  4. Eli yo también...jajajja pensando estárá de verdad? estará bien? siempre!!!! es un ejercicio inmenso lo de mirar pa´lante!!;))

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  5. Los Griegos no se comian el coco, es decir, para ellos cualquier pensamiento bueno, malo,indiferente .No era fruto de cada uno ,ni de us vivencias ni de su inteligencia, sino de los dioses que se los insuflaban, ¡¡¡¡que mezquinos¡¡¡.Niñas, pa´tras ni pa´coger impulso.

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  6. Tata todavia me acuerdo cuando me contabas estas historias de pequeña,a ti nunca te gusto cenicienta ni las princesas..que va!mejor Orfeo y Euridice,te reto a que escribas sobre Apolo y Dafne :)

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