viernes, 21 de octubre de 2011

SOBERBIA

Los minutos se hacían eternos. Truman caminaba sin parar por el recibidor de su casa, se mordía las uñas y daba grandes tragos a su generoso vaso lleno de whisky.
Tras cinco largos años por fin había llegado el momento. Todo debía terminar.  Observaba a Capote, el dolor no se reflejaba en su rostro. Reconocía su nerviosismo y su ansiedad pero no lograba ver un atisbo de tristeza. Me sorprendía su entereza. Se había promulgado cientos de veces en contra de la pena de muerte y además, en los últimos meses, él y Perry, habían estado muy unidos.
Mi pobre y atormentado colega compartía con aquel infeliz un trágico pasado, los dos conocían el abandono y el desinterés de una madre alcohólica. Truman sentía aprecio y compasión por aquel hombre. El estado, me decía constantemente, no debe comportarse como un asesino más, la pena de muerte no es la solución.
El proceso se había demorado. Las irregularidades en el juicio y los aplazamientos llenaron de esperanza los corazones de los condenados. Con una nueva apelación y la fortuna de su lado, obtendrían la cadena perpetua y no el patíbulo.
Sonó el teléfono y Truman descolgó el auricular:
—Entiendo. Iré en su busca —dijo tranquilo.
Pero Truman no se movió de su casa en toda la noche. Alrededor de la una y media de la mañana el teléfono volvió a sonar. El escritor escuchó con atención durante unos segundos. Cuando colgó pude ver cómo las lágrimas caían por sus pómulos.
—Creo que les he matado.

En 1966 Truman Capote publicó A Sangre Fría, obra con la que obtuvo el reconocimiento mundial. Instauró un nuevo género, la novela-documento o la novela de no-ficción que daría lugar al nuevo periodismo estadounidense. Un libro desgarrador y brillante para el que estuvo documentándose durante cinco años. Narra un suceso real que tuvo lugar en Kansas en 1959, el asesinato del matrimonio Clutter y dos de sus hijos.
Dos ex presidiarios, Dick Hickock y Perry Edward Smith, habían cumplido condena juntos y en la cárcel escucharon la historia del señor Clutter. Les aseguraron que el granjero era tan rico que incluso, tenía una caja fuerte en su casa donde guardaba un verdadero tesoro.
Nada más poner un pie en libertad los dos descerebrados se dirigieron a la granja de los Clutter. Pronto, vieron que tan solo se trataba de una familia trabajadora, no había caja fuerte, ni dinero por doquier, pero aún así, asesinaron al matrimonio y a sus dos hijos adolescentes. El capital que consiguieron robar ni siquiera llegó a los cincuenta dólares.
Capote decide narrar la historia. Entrevista y visita asiduamente a los  homicidas encarcelados y durante meses interroga a los parientes y amigos de las víctimas. Un trabajo redondo, una historia sin fisuras.
El problema era que el gran creador quería más. Perry y Truman llegaron a tener una relación amigable y la noche antes de ser ajusticiado, el asesino, rogando por una nueva apelación, intentó sin éxito ponerse en contacto con su abogado. Desesperado, recurrió al escritor para que intercediera por él. Según los rumores históricos (de los que no hay que fiarse) Capote no hizo nada.
Fueron ajusticiados y el libro que contaba su historia se convirtió en un referente literario. La muerte de Perry y Dick desató las ventas y dio al escritor lo que más ansiaba, la fama.
Según los críticos, el creador de Desayuno en Tiffany´s nunca se recuperó del suceso. Sus allegados aseguraban que la culpabilidad consumía al escritor y que pese a llevar una vida llena de lujos, nunca olvidó el precio que había pagado por ella.
Quizá pensó que el fin justificaba los medios o qué al tratarse de unos asesinos podría soportar la carga, pero no contó con el peor de los jueces, su propia moral.
Responsables somos, tanto de lo que hacemos, como de lo dejamos de hacer ¿Merece la pena llegar cueste lo que cueste? ¿Estás seguro de poder soportarlo?
Truman Capote, 1959. 

12 comentarios:

  1. ¿Se han visto la película "El Maquinista"? creo que es un ejemplo genial ( y exagerado... pero está justificado)de cómo te pasa factura físcia la culpabilidad...

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  2. maravilloso relato! felicidades!!! Goyo

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  3. No merece la pena llegar como sea, pero merece la pena intentarlo todas las veces que haga falta,porque luego te reprocharás el no haberlo intentado lo suficiente.
    Hablando de todo un poco, yo creo que Capote tuvo algún sentimiento especial por alguno de estos dos, de ahí , su frustración al no poder ayudarlo del todo.
    Si puedes lee "el invitado del día de acción de gracias"

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  4. sí!! el sentimiento especial fue por Perry...Por lo visto llegaron a ser íntimos!!! los dos tuvieron madres alcóholicas e infancias moviditas...pero a Truman le perdía lo que le perdía...
    no es tan raro eh? me he encontrado con casos similares...sin llegar a la sangre claro! ( espero) jajaj

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  5. muy buena la historia y la moraleja, al final se suicidó por la culpa?
    me gustan tus historias

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  6. no en realidad parece que murió por sobredosis pero veinte años más tarde (1984)...lo que sí parece es que su relación con los demás fue a peor,sus amigos acabaron por no aguantarle. Lo mató la adicción a los psicofármacos, el alcohol, y otras sustancias...pero parece que el suceso de 1966 lo dejó marcado, nunca lo superó...

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  7. pero oye que como escritor...buenísimo!!!un crack! lo cortés no quita...;))y tal vez ese tormento interiro ( que arrastraba de la infancia) lo convirtiera en un escritor tan impresionante....

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  8. ¡¡¡¡¡ese sur profundo¡¡¡¡ hizo estragos,

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  9. JAJAJAJAJ SÍ SÍ ESO TAMBIÉN HACE ESTRAGOS!

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  10. Gracias Raquel...nunca había leido un blog que me gustase tanto!! cuando lo abrí creía que era "uno más" pero aqui estoy...con ganas de leer muchos más relatos tuyos...

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  11. Graciassssssssssss!!!

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