Tenía un lápiz entre los dedos y hacía garabatos. Su mano era el reflejo de una mente incansable que necesitaba dar salida a lo que dictaba su imaginario. La crecida continua y alborotada de un rio que, sin dejar jamás de correr, pasaba ante nuestros ojos como un fenómeno contenido. La violencia en calma. Un acto que parecía mecánico pero que arrastraba todo el caudal de su intelecto.
Picasso dibujaba continuamente. En ocasiones, sólo eran trazos y líneas, otras veces, se deshacía en detalles pictóricos. Pintaba en las paredes, en los muebles, en los manteles de los restaurantes y hasta en los muros de esta Ciudad de la Luz. El soporte no parecía importarle cuando su mano poseída por el arte, le obligaba a crear. Ese día mientras almorzábamos él había elegido un trozo de servilleta como lienzo.
Aquel día estábamos casi todos. Cocteau se empeñaba en relacionar el cubismo con la métrica de los versos del siglo XVI y mientras, Apolinaire se burlaba del símil, Jacob, Braque y yo, sonreíamos conocedores de que el origen del cubismo Picasiano era África, Cézanne y la geometría pura. Nos llamaban la banda de Picasso, como si el resto fuera carente de talento. Me producía tanta rabia como orgullo. Sabía perfectamente que mi triste nombre, Juan Gris, no gozaría de fama de no haberle conocido.
Allí estábamos, más de doce personas degustando diferentes platos y disfrutando de exquisitos caldos. Nuestras reuniones siempre duraban horas. Embriagados tanto por el debate cultural, como por el alcohol y el opio llegó el peor momento, el momento de pagar. Nos comportábamos como burgueses acaudalados, artistas liberales de fama mundial que, hedonistas, malgastaban el vulgar dinero. En realidad, sólo uno de nosotros respondía a esa definición.
La camarera trajo la cuenta. La suma era desorbitada. Todos, sin excepción, miramos al genio. Pablo era rico desde hacía años, las obras realizadas en las primeras décadas del siglo lo habían convertido en un dios. Sería generoso, o por lo menos, eso esperábamos.
La camarera, emulando muestro gesto dirigió su mirada al pintor, él tranquilamente, concluyó el dibujo que estaba realizando en la servilleta y se lo entregó.
— ¿No lo firma? —preguntó ella.
—Intento pagar el almuerzo no comprar el restaurante —concluyó Picasso convencido de su inigualable genialidad.
No se conoce con exactitud ni dónde ocurrió, ni quiénes eran los comensales pero pese a eso, esta anécdota goza de la credibilidad de muchos historiadores. Yo me he pasado un ratito por la mente de Gris y le he hecho tener los pensamientos que me han venido en gana… y oye, ¿Quién pude decir que no he acertado?
Si el garabato de una persona puede tener un valor incalculable… tal vez no sea un simple garabato pese a que nosotros no podamos ver más allá. O al revés, puede que muchos artistas henchidos por lograr una fama descomunal se abandonen a crear cualquier cosa pues saben que la crítica le es benévola. ¿Cómo saber qué es qué?
Y nosotros, pobres mortales, que no tenemos esos magníficos dones ¿Por qué un gesto sin importancia de una persona se convierte en un mundo? Y ¿Por qué un mundo no significa nada si no proviene de las manos deseadas? ¿Cuántas veces nos hemos deshecho por alguien o por algo y no hemos conseguido la ansiada victoria?... Energía desperdiciada.
Propongo una tregua: Todos somos Picassos para alguien y todos tenemos Picassos que no cambiaríamos por todo el oro del planeta… Así que, disfrutemos de los actos sin miedo al fracaso, pero también, sin la esperanza del éxito… ¿Realmente se puede hacer eso?
...Y si no, ¿Qué tal un Juan Gris?
...Y si no, ¿Qué tal un Juan Gris?
Cuentan que Dalí, pintando junto al Sena, salpicó con pintura a una observadora y el , muy amable se ofreció a limpiar el vestido, ella le contestó:...no, fírmelo.
ResponderEliminarQué es lo que buscamos con estos acto?.... ser únicos,exclusivos.¡¡¡ qué perdidos estamos¡¡¡
Qué buena anécdota!!! Marga la realidad es que si te lo firma te haces millonaria sobre la marcha!!! y parece que eso es lo único que importa... otra cosa sería saber si la felicidad tiene tanto que ver con el dinero como creemos...
ResponderEliminarSon tan bonios tus relatos Raquel. Tan interesantes y tan trasportadores. Te propongo un reto: Mondrian.
ResponderEliminarPD: Si los reunes todos en un libro (los relatos) yo lo compro seguro.
síiiiiiiiiiiii me gusta esto un reto...mmmmm buscaré ...
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