—Nos habíamos sentado uno junto al otro, podía sentir su calor y oler su grato aroma, la luz entraba por la ventana y hacía que su rostro resplandeciera otorgándole una belleza aún mayor. Los dedos de nuestras manos se rozaban levemente mientras sosteníamos el libro que leíamos a la vez, la historia de Lancelot y Ginebra. Paolo comenzó a leer a viva voz pues se acercaba el mejor momento de la novela, describía como atraído por un deseo irrefrenable, el caballero, a sabiendas de que ella era la esposa del rey, había besado a Ginebra con gran pasión, y ella, por supuesto, respondió con igual ansia. ¡Oh Dante! lo mismo nos ocurrió a nosotros, Paolo me miró y nuestros labios se fundieron, pero en ese momento, Gianciotto, mi marido, abrió la puerta de la habitación y descubrió la traición.
—He de suponer, pues estamos hablando, que no tuvo piedad —dijo Dante.
—Desenvainó su espada y de una estocada nos atravesó a ambos. Nos envió aquí, al Tártaro, ahora todos los días, a todas horas, cada minuto, Paolo pasa frente a mí arrastrado por vientos demoníacos. El castigo consiste en que ambos anhelemos desesperadamente estar juntos pero cuando estamos a punto de tocarnos, este maldito huracán de Hades nos separe, una y otra vez, por toda la eternidad. ¡Oh Dante! te has adentrado en el Mal y este es sólo el principio dentro de muy poco presenciarás escenas horribles, verás cosas que te harán estremecer.
En 1285 Gianciotto Malatesta asesinó a Francesca de Rímini, su esposa de 23 años, y a su hermano menor, Paolo Malatesta, de 25, tras sorprenderlos besándose en su alcoba.
El genial autor concluye así el Canto, no apunta nada más, pero para mí aún existe un interrogante, la gran pregunta que todos contestamos según nuestra experiencia, pero que es inevitable plantear... ¿Mereció la pena?, ¿Te arriesgarías tú?
El Torbellino de los Amantes. William Blake
Yo siempre me arriesgo ante el amor. Es lo mejor. El riesgo y la lujuria
ResponderEliminarEvidentemente, si no te arriesgas nunca sabrás si merece la pena o no.Si te arriesgas y no vale la pena, malo;pero si te arriesgas y vale la pena,...peor.
ResponderEliminarLee sin moderación, vive cómo creas: ni el cielo es tan alto ni el infierno es eterno. No tengo tales dilemas pero intento no mezclar la tinta con la sangre. La vida y la literatura se retroalimentan sin tocarse. Hay tanta dignidad en la renuncia como disculpa para el pecado.
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